La vida en Chile se vio fuertemente influenciada por el
estilo de vida europeo, especialmente el francés.Las mujeres de la alta
sociedad fueron fieles imitadoras de la elite francesa, reflejándose en su
vestir (grandes falsos, sombrillas al pasear, abanicos), en perfumes, en modos
de actuar y hablar. Los hombres no se
vieron exentos, y adecuaron su vestir a la capa de saco, el chaleco y el
pantalón. Parte de las familias
aristocráticas se establecieron en el Barrio Dieciocho, sector urbano de
inspiración neoclásica, donde se destaca el Palacio Cousiño, la mansión del
empresario Luis Cousiño.
La influencia francesa también se hizo presente en la nueva
ideología traída por los jóvenes, a nivel literario, lingüístico, social y
cultural, exponiéndose esto en la Sociedad de la Igualdad o la Generación
Intelectual.
Dentro de los personajes que claramente representan esta
influencia, pueden encontrarse a doña Francisca, quien muestra un
‘‘afrancesamiento’’ muy superficial, una imitación mal lograda de lo que era un
francés propio y tal. Otro ejemplo es
Agustín, hijo de don Dámaso, quien viajó a Europa por un corto periodo de
tiempo y regresó a Chile convertido en ‘‘francés’’.
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